Los influencers digitales, cada vez son más buscadas por las marcas, ya que al no ser personas reales, pueden cumplir con todas las exigencias que le imponga la empresa que las contrata. La polémica surge porque, además de opacar a una gran competencia de influencers, pueden tener problemas legales.

El pasado mes de mayo, una de las agencias de talentos más importantes de Estados Unidos, Creative Artists Agency, contrató a Lil Miquela, una influencer, nacida en Instagram hace cuatro años, que cuenta con 2,6 millones de seguidores.

Lo sorprendente es que Miquela no es una chica real, sino una creación virtual surgida de un programa de animación que junta lo 3D con inteligencia artificial. La modelo digital ha sido contratada por empresas de la talla de Prada, Calvin Klein, Samsung, Givenchy y YouTube.

Estas modelos, son creaciones digitales de una agencia desarrolladora de marketing, diseño gráfico o de efectos especiales, y, por tanto, están sujetos a derechos de propiedad intelectual e industrial. Si no se regula específicamente quién es el titular o titulares de estos, pueden llegar a originarse conflictos legales.

Si una marca quiere contratarlos, debe tener en cuenta una serie de precauciones para evitar sorpresas:

Siempre se aconseja previamente, revisar su perfil en redes y demás publicaciones para asegurarse que sus mensajes encajan con los valores de la marca. Aunque no es lo común, también pueden generar algún escándalo, como cuando los guionistas de Miquela tuvieron que retirar un vídeo en el que contaba un supuesto episodio de acoso sexual tras ser duramente criticado en la Red.

¿El mercado apunta de lleno a las influencers digitales?